- 8 septiembre 2022
Demostrando la existencia de Dios
- La importancia de las pruebas metafísicas de la existencia de Dios
- Por Craig A. Carter
En mi último artículo analicé lo que implicaría recuperar la Gran Tradición de la metafísica que presuponían los que escribieron las confesiones protestantes de los siglos XVI y XVII. Muchos protestantes de hoy en día no entienden lo que significa ser un cristiano protestante porque no pueden entender la teología de las confesiones. Esto se puede observar en el hecho de que actualmente muchas personas (¡incluyendo teólogos!) no pueden entender el hecho de que las confesiones enseñan que Dios es la Primera Causa del universo, simple, eterna, inmutable, autoexistente, y también que Dios habla y actúa en la historia para juzgar y salvar. El hombre moderno no puede entender cómo esto no es contradictorio. Así que necesitamos recuperar la metafísica de Nicea para ser capaces de confesar la ortodoxia cristiana histórica de forma inteligente y para legarla con confianza. En este artículo quiero dar un primer paso en esa dirección al tratar la importancia de las pruebas de la existencia de Dios.
Hoy en día muy pocos teólogos enseñan que es posible demostrar la existencia de Dios utilizando solamente la razón y esta situación le parece normal a la mayoría de la gente. Pero en realidad esta es la primera época de la historia cristiana en la que ocurre esto. La mayoría de los participantes de la Gran Tradición durante los últimos 2000 años habrían estado de acuerdo con David en cuanto a que solo el necio dice en su corazón, “No hay Dios” (Sal. 14:1; 53:1). Los padres de la iglesia temprana, Agustín, Anselmo, Tomás de Aquino, los reformadores protestantes, el escolasticismo reformado, los puritanos y el catecismo de la iglesia católica están de acuerdo con que se puede demostrar la existencia de Dios. Yo creo (1) que esta convicción es fundamental para una metafísica sana y (2) que una metafísica sana es fundamental para una cultura saludable. En este breve ensayo quiero mencionar tres puntos básicos sobre esta tradición.
- La existencia de Dios se puede demostrar con certeza racional; no es meramente una cuestión de probabilidad.
- Creer en la existencia de Dios no necesita presuponerse con un salto de fe.
- Negar la existencia de Dios no es un acto racional, sino un acto irracional de rebelión contra Dios.
En primer lugar, la corriente principal de la tradición cristiana (tanto católica romana como protestante) ha enseñado que se puede demostrar la existencia de Dios por medio de la razón y que no es meramente una cuestión de probabilidad. Las pruebas metafísicas de la existencia de Dios son diferentes a la estrategia apologética que se utiliza comúnmente en el día de hoy en la que se presenta la evidencia de la existencia de Dios en un intento por convencerte de que es más probable que improbable que Dios exista realmente. A menudo las estrategias apologéticas utilizadas son concienzuda y deliberadamente ad hoc, es decir, buscan encontrar un punto de común acuerdo y luego construyen, a partir de allí, un argumento dependiendo de lo que parece funcionar. Muy a menudo esto se critica como un enfoque del “dios de los huecos”, en el que uno simplemente apela a los espacios en blanco que la ciencia no ha llenado, utilizando una explicación mecanicista como “prueba” de que es necesario que Dios exista para llenar ese hueco.
Este enfoque se considera inadecuado porque todo lo que uno tiene que hacer es esperar que la ciencia avance lo suficiente para llenar ese hueco.
Tradicionalmente, los enfoques como ese no fueron los métodos principales para demostrar la existencia de Dios. Frecuentemente se utilizaron en una tarea un poco diferente: la de demostrar que el Dios de la Biblia es realmente el Dios metafísico. La apelación a los milagros era de especial importancia en este respecto. Pero la existencia de Dios se demostraba primeramente con argumentos de certeza racional, previos al segundo paso de argumentar que el Dios de la Biblia es realmente el mismo que el Dios de los filósofos. Hoy en día, con la ausencia de pruebas metafísicas, la estrategia ad hoc de apelar a la evidencia para demostrar la existencia de Dios ya no parece convincente y parece imposible aceptar los milagros.
En segundo lugar, en la tradición clásica de la ortodoxia cristiana, la existencia de Dios no se presupone por un “salto de fe”. En el siglo XIX, Kierkegaard fue confrontado con el racionalismo de Hegel, quien estaba operando bajo la suposición de que el abandono que hizo Kant de la metafísica clásica no se podía evitar debido al carácter irrefutable de la crítica por parte de Hume a las pruebas de la existencia de Dios y otros aspectos de la metafísica tradicional (como el realismo, la causación, etc.). En esta situación el naturalismo filosófico se concibió como “racional” y la creencia en Dios como irracional. Así que Kierkegaard sintió la necesidad de dar un “salto de fe” para tener a Dios como su punto de partida con el fin de evitar el ateísmo y el naturalismo. De esta manera tenemos la adopción del fideísmo.
En el siglo XX Karl Barth también dio por sentado que el racionalismo era igual al naturalismo, por lo que intentó poner la teología cristiana sobre un fundamento puramente cristológico que pudiera sustituir los fundamentos metafísicos que, aparentemente, se habían evaporado como el rocío de la mañana en un día soleado. Así que colocó dentro de sus prolegómenos la doctrina de la Trinidad en el lugar que habría sido ocupado por las pruebas metafísicas de la existencia de Dios en el escolasticismo reformado. En el lado reformado y conservador del espectro, Cornelius Van Til argumentó que a menos que uno tenga a Dios como la presuposición de su pensamiento, uno terminará tarde o temprano en una contradicción y en desesperación, y Francis Schaffer desarrolló esta línea de apologética en una forma muy productiva (Es muy cierto que cualquier otro punto de partida llevará a uno al nihilismo, pero eso no perturba a muchos posmodernos, ¡más bien lo abrazan!).
Ahora varias generaciones de teólogos evangélicos han utilizado uno de estos tres enfoques (fideísmo, bartianismo y presuposicionalismo) en su trabajo teológico. Pero yo argumentaría que hacer eso ha contribuido a que nos separemos de nuestras propias raíces reformadas y nos aleja de un entendimiento de nuestra propia tradición. Pienso que necesitamos recobrar la metafísica de la ortodoxia clásica y nicena, incluyendo las pruebas metafísicas de la existencia de Dios.
En tercer lugar, el rechazo de las pruebas de la existencia de Dios no es un acto neutral, sino un acto de rebelión contra el Creador. No estamos hablando aquí de un simple error para razonar o de ser incapaz de seguir un argumento complejo, estamos hablando de pecado. Estamos confrontando un rechazo voluntario de reconocer la verdad que se presenta ante el intelecto y que dentro del ser resulta en una división entre la voluntad de uno y su intelecto. Tomás mostró que la persona que entiende el significado de la palabra “Dios” no puede negar racionalmente la existencia de Dios. Cuando esto sucede, el ser se divide contra sí mismo y se encuentra incapaz de
pensar claramente. Uno se expone a mentiras y engaños y se le hace imposible ser totalmente honesto. Esta es una posición espiritual precaria porque significa que uno es susceptible a ser confundido y engañado para aceptar ideas contradictorias y destructivas. Sin embargo, esta es una descripción seria y precisa de mucho del pensamiento contemporáneo que se ve diariamente en el internet.
Es crucial entender que en el mundo existe tal cosa como la “perversidad metafísica”, esto es, la rebelión de la mente contra la verdad. Por ello la tradición cristiana clásica sabía que es importante no solamente confesar que Dios existe, sino también confesar que la existencia de Dios es fundamental para la racionalidad humana. Nuestra habilidad para ser racionales y para razonar apropiadamente depende de la existencia de Dios por muchas razones. En el siguiente artículo continuaremos pensando acerca de cómo las pruebas metafísicas de la existencia de Dios funcionan y qué implicaciones tienen para la teología, la moralidad y la ciencia.
Traducido por Karim Fattel. Revisado y editado por Hiram Novelo.
Artículo publicado originalmente en inglés. Este material es propiedad intelectual de Craig A. Carter y fue traducido por el ministerio de Sacra Teología con permiso.