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- 4 agosto 2025
Tesis sobre la teología natural por Scott Swain
- Tesis sobre la teología natural
- Por Scott R. Swain
introducción
La teología reformada reciente no ha tenido en alta estima la teología natural, y ello por razones comprensibles. Los pensadores de la Ilustración (católicos, protestantes y seculares) trataron a menudo la teología natural como una disciplina pre-dogmática, es decir, como una disciplina que podía y debía establecerse independientemente de la revelación bíblica, antes de acudir a ésta para fundamentar las verdades de la teología dogmática. En muchos casos, tal enfoque tampoco reconocía los efectos noéticos del pecado sobre la posibilidad misma de una teología natural.
Sin embargo, al volver la mirada a las discusiones reformadas sobre la teología natural en el período moderno temprano, uno se topa con una especie de ornitorrinco. Las discusiones de esa época no encajan en las categorías de la teología natural de la Ilustración y, por ello, son menos susceptibles a las críticas reformadas recientes. Aquí la teología natural no se considera una disciplina pre-dogmática, sino una que depende de la teología dogmática para poder realizarse con éxito. De hecho, los términos de la teología natural protestante temprana están definidos, en gran medida, por la exégesis bíblica de textos como Romanos 1–2 (p. ej., Felipe Melanchthon, Pedro Mártir Vermigli). También descubrimos aquí una aguda conciencia de los efectos noéticos del pecado sobre la teología natural—efectos que requieren la asistencia de los principios epistemológicos de la teología dogmática (es decir, la Sagrada Escritura y el Espíritu Santo) para ser superados.
Basándome en los tratados protestantes tempranos de la teología natural (especialmente los de Pedro Mártir Vermigli, Franciscus Junius, Gisbertus Voetius y Bernardus de Moor), he llegado a reconocer la importancia de la teología natural para diversas esferas de la investigación cristiana tanto intelectual como práctica. Además, he llegado a la conclusión de que, lejos de menoscabar la teología revelada, solo al otorgar a la teología natural su justo lugar podemos apreciar plenamente el verdadero honor y dignidad de la teología revelada. Como parte del pago de esa deuda, presento las siguientes nueve tesis sobre la teología natural.
Tesis sobre la teología natural
I. La teología natural considera la existencia, los atributos y las operaciones de Dios en la medida en que pueden conocerse a través de sus obras de creación y providencia, mediante la razón natural. Es “teología” porque trata de Dios y de todas las cosas en relación con Él, como causa eficiente, ejemplar y final de todo lo que existe. Es “natural” porque aborda su doble objeto bajo el aspecto de la razón natural (en contraposición a la “teología revelada”, que trata ese mismo objeto bajo el aspecto de la revelación especial, sobre lo cual se hablará más adelante).1
II. La dogmática cristiana puede y debe hablar de la teología natural por al menos tres razones: 1) porque la Sagrada Escritura nos instruye sobre el carácter, contenido, límites y fines de la teología natural, 2) porque las criaturas caídas abusan de la razón natural y suprimen los frutos de la teología natural, y 3) porque Dios, en su gracia, busca restaurar y perfeccionar la naturaleza humana, incluida la razón (Sal 19.1–6; Rom 1.18–32; 1 Cor 1.21).
III. La teología natural puede considerarse bajo tres aspectos: metafísico, epistemológico y moral.
(1) En términos metafísicos: la teología natural distingue al Dios verdadero y viviente, que es Dios “por naturaleza”, de los falsamente llamados dioses, carentes de las propiedades distintivas de la naturaleza divina (Hch 14.15; Rom 1.19–23; 1 Cor 8.5; Gál 4.8–9). La teología natural también aborda las naturalezas y fines de las criaturas racionales, especialmente los seres humanos en sus capacidades morales y sociales (Rom 1.26).
(2) En términos epistemológicos: la teología natural trata sobre el tipo de conocimiento que las criaturas pueden obtener acerca de Dios mediante sus obras de creación y providencia, a través de la razón natural (cf. Sal 19.1-6 94.8–11; Hch 14.15, 17; 17.22–29; Rom 1.18–20).
(3) En términos morales: la teología natural (o más precisamente, la ley natural) aborda aquello que puede conocerse sobre la adoración divina y la ética humana mediante la creación y la providencia, por medio de la razón natural (Rom 1.21–32).
IV. Aunque está en operación desde la creación del mundo (Rom 1.20), la teología natural funciona de distintas maneras los cuatro estados del ser humano: naturaleza (antes y después de la caída), gracia y gloria. Las discusiones sobre la teología natural deben ser sensibles a estas diferencias.
(1) En el estado de naturaleza antes de la caída, la teología natural funcionaba con integridad, en concordancia y subordinación a la teología revelada (Gn 2.19–20, 25).
(2) En el estado de naturaleza después de la caída, la teología natural está gravemente corrompida, aunque no absolutamente extinguida (Hch 14.17; Rom 1.18–32).
(3) En el estado de gracia, la teología natural se restaura gracias a la guía de la Sagrada Escritura y a la labor de regeneración y renovación del Espíritu Santo (1 Co 11.14).
(4) En el estado de gloria, la teología natural dará paso a la visión beatífica (1 Cor 13.12; Ap 22.4). En comparación con la visión beatífica de Dios, la teología natural es como “los ojos del búho nocturno ante el sol” (Gisbertus Voetius).
V. La teología natural se puede distinguir de la teología revelada en términos de sus principios y su contenido.
(1) En cuanto a sus principios o sus fuentes:
(i) Los principios de la teología natural son tanto externos como internos (Ro 1:19-20, 32). Los principios externos de la teología natural son las obras de creación y providencia de Dios. El principio interno de la teología natural es la razón humana, que discierne la naturaleza de Dios y de las criaturas a través de la experiencia sensorial de las obras de creación y providencia de Dios, y por medio de nociones comunes implantadas por Dios en la mente humana.
(ii) Los principios de la teología revelada también son tanto externos como internos. El principio externo de la teología revelada es la infalible Palabra de Dios: encarnada en Jesucristo, administrada por profetas y apóstoles, e inscrita en la Sagrada Escritura (He 1:1-4; 2:1-4; 2 Ti 3:16). El principio interno de la teología revelada es la fe engendrada por el Espíritu, la disposición renovada de la razón que recibe e interpreta la infalible Palabra de Dios (1 Corintios 2:6-16).
(2) En cuanto a contenido:
(I) La teología natural (junto con la ley natural, su contraparte ética) nos enseña que Dios es, y qué es Dios, también nos enseña la naturaleza de los seres humanos, la ley moral y los principios generales para una sociedad humana bien ordenada, tanto familiar como civil (Romanos 1:18-32).
(ii) La teología revelada enseña con mayor claridad las verdades de la teología natural. Además de esto, la teología revelada enseña verdades que están ocultas para la teología natural: quién es Dios (la Santísima Trinidad), la persona y obra del mediador (cristología y soteriología), los medios de comunión pactual con Dios a través de Cristo (teología del pacto), y principios específicos sobre la naturaleza, el ministerio y la adoración de la iglesia (eclesiología) (Job 28; Mt 11:25-27; 1 Co 3:5-10; Ef 3:4-5; Col1:25-27).
VI. La teología natural se relaciona con la teología revelada de tres maneras:
(1) La teología natural y la teología revelada comparten la misma fuente última, el Padre de las luces (Stg 1.17), y derivan conocimiento desde sus respectivos principios por participación en el mismo Logos (Jn 1.9).
(2) Por provenir de la misma fuente última y participar en el mismo Logos, la teología natural y la teología revelada, aunque distintas, son por naturaleza concordantes. Su discordancia se da únicamente por accidente, a causa de la ceguera y corrupción del pecado.
(3) La teología natural está subordinada a la teología revelada. No puede fungir como norma ni juez de la teología revelada (Gn 3.6; 1 Cor 2.15). La teología revelada es la luz en la que la teología natural ve la luz y por la cual es perfeccionada (Sal 19).
VII. La teología natural es siempre intrínsecamente incompleta y, por tanto, incapaz de producir una religión que sea agradable a Dios (Hch 17.23).
(1) En el estado de naturaleza antes de la caída, el carácter incompleto de la teología natural fue atendido por Dios mediante el pacto de obras.
(2) En el estado de naturaleza después de la caída, dicho carácter incompleto es abordado por los pecadores caídos mediante la construcción de ídolos y religiones falsas.
(3) En el estado de gracia, el carácter incompleto de la teología natural es atendido por Dios mediante el pacto de gracia en la iglesia.
VIII. Los fines de la teología natural pueden diferenciarse en relación con sus diversos sujetos al este del Edén.
(1) La teología natural refuta a los incrédulos al exponer su supresión voluntaria de la verdad que Dios ha manifestado mediante la creación y la providencia (Hch 17.22–30).
(2) La teología natural anima a los creyentes al confirmar por medio de la razón verdades que de otro modo son recibidas por la fe.
(3) La teología natural (junto con la ley natural) proporciona principios generales para el ordenamiento de la sociedad humana en su forma eclesiástica, y contribuye a la preservación de la sociedad tanto en sus formas familiares como civiles. En este último sentido, la teología natural previene, con grados variables de éxito, la caída libre absoluta de la sociedad hacia el nihilismo, aunque no logra elevarla a la sabiduría que pertenece a la comunión de los santos, debido a la limitación de sus principios y contenidos.
IX. Podemos errar por exceso o por defecto en relación con la teología natural.
(1) Erramos por exceso cuando hacemos de la teología natural la norma y juez de la teología revelada, cuando exageramos su potencial con respecto al conocimiento de Dios (por ejemplo, la triunidad de Dios), cuando ignoramos la debilidad e inutilidad de la razón humana en lo relativo a la teología natural después de la caída, o cuando la consideramos suficiente para una religión verdadera.
(2) Erramos por defecto cuando negamos la posibilidad y el beneficio de la teología natural, o cuando postulamos una discordancia metafísica absoluta entre la teología natural y la teología revelada.
Este artículo fue tomado de: [Theses on natural theology – Reformation21].
Notas al pie
- Agradezco a Laurence O’Donnell por ayudarme a formular esta definición de teología natural.
↩︎
Traducido por Víctor Velasco.
Este artículo fue publicado en inglés en el Theses on natural theology – Reformation21, el 10 de julio del 2015, y se utiliza con permiso de The Alliance of Confessing Evangelicals.
This article appeared in the Theses on natural theology – Reformation21 – 10/o7/15, and is used with permission from the Alliance of Confessing Evangelicals.
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